Después de más de dos meses confinados, sin poder disfrutar de las relaciones sociales, disfrutar de nuestras familias, poder hacer una escapada o simplemente, sin poder ir de compras y/o salir a tomar un simple aperitivo, resulta sorprendente observar la respuesta de un porcentaje importante de la población.
Vivimos en una sociedad crítica, pero no para uno mismo, sino contra los demás.
Pasamos los días buscando culpables, criticando y quejándonos ante esta situación, como si de repente, y como otro posible efecto secundario del COVID-19, hubiésemos sido capaces de cambiar esa facultad que históricamente nos ha caracterizado genéticamente, sobre nuestra «teórica» capacidad de poder ser el seleccionador nacional de futbol, por la obtención de los conocimientos suficientes, como para que todos podamos actuar como especialistas en epidemiología y/o sanitarios.
Estamos viviendo una triste realidad, causada por un virus desconocido, que provoca muertes, y como tal, se debe actuar en consecuencia. COMO?…tomando todas las medidas posibles para evitar el mayor número de fallecidos, y priorizándolo, por encima de cualquier otra razón, inclusive, la económica (deberíamos haber aprendido hace más de 10 años, que hay que planificar y ahorrar para situaciones de emergencia como la actual).
Durante esta crisis sanitaria se ha comparado»metafóricamente», la situación actual con una situación bélica, lo cual me parece sorprendente, porque ni es comparable, ni tan trágico como lo que supone una guerra: muertes(asesinatos), ruina económica, destrucción empresarial, destrucción de recursos…
Afortunadamente, no es una guerra, y dentro de la desgracia que nos toca vivir, podemos seguir pensando y planificando en un futuro(esperemos que cercano) en el cual poder iniciar nuestros trabajos o abrir nuestros negocios, y aún en el peor de los casos, que lo hayamos perdido y/o haya tenido que cerrar mi negocio, en tener la posibilidad de buscar o emprender otro.
Somos una generación acomodada que hemos vivido muy bien (siempre generalizando!), y que no hemos sufrido grandes penurias, como las que pueden provocar las guerras, pero nos ha tocado vivir esta crisis, y la debemos superar, con entereza, y aprendiendo de nuestros errores del pasado, para poder afrontar nuestro futuro con un espíritu de autocrítica y actitud constructiva, que nos permita recuperar el tiempo perdido, y que cualquier otra futura emergencia no nos coja por sorpresa.
Este virus nos ha cogido desprevenidos, sin que los especialistas sepan como tratarlo, ni los responsables políticos sepan gestionarlo con plena certeza. Y el resto, lo único que podemos hacer ante esto, es seguir confiando en ellos, sean del color que sean, sean de la nacionalidad que sean, porque de esta situación saldremos antes, si actuamos TODOS UNIDOS.
En cambio, donde sí podemos actuar, es siendo conscientes de nuestra Responsabilidad, y no sólo ante nuestros actos por intentar frenar la propagación del virus, sino también ante nuestros ahorros, ante nuestra economía. No podemos volver a cometer los errores del pasado, y esperar que un tercero (el Estado) venga a salvarnos siempre, sino que debemos aprender a planificarnos, a ser capaces de marcarnos una rutina para ahorrar, para que situaciones como la actual no nos ahogue, y podamos mantenernos a flote gracias a ese «salvavidas» que nos deberemos haber generado para situaciones de emergencia.
Existen ciertos perfiles sociales con pocas posibilidades de ahorro por diferentes motivos, y habrá que tratar su ayuda, pero lo que no puedo entender es que desde hace dos meses veo a demasiada gente «ahogándose», y me resulta sorprendente que gente empresaria, con pequeños o grandes negocios, no tengan ese fondo de emergencia preparado como para poder sobrevivir durante un período de tiempo como el que llevamos.
Por ello, evidentemente que están bien las ayudas, que como dirían algunos, para eso cotizamos y se pagan impuestos, pero creo que debemos ser mas autocríticos, y dejar a los responsables que tomen decisiones y hagan su trabajo para que nos saquen de esta situación, y una vez pase, ya criticaremos y tomaremos cartas en el asunto de manera democrática, en base al resultado obtenido. Pero mientras eso ocurra, tanto ahora como una vez superemos esta crisis, toca responsabilizarnos de lo que está en nuestras manos, y planificar nuestro futuro, pensando en qué puedo hacer para salir adelante en estos momentos, y qué cosas del pasado deberé cambiar, para que en un futuro no me vuelva a encontrar en una situación de emergencia sin salvavidas, sin ese «ahorro» que me permita superar situaciones adversas inesperadas.
Si somos capaces de aprender de esta crisis al respecto, y partimos desde ya, en inculcarnos esa cultura del ahorro, seremos capaces de sustentar nuestras propias economías, y a su vez, y en medida de lo posible, de poder seguir generando riqueza en nuestra sociedad, ya sea manteniendo nuestros pequeños negocios, o bien, ayudando a mantener a los de otros, sin dejar de consumir, en la medida de lo posible, y preferiblemente, en los pequeños negocios que nos rodean, que son la base de nuestra riqueza nacional.
Éstas deberían ser actualmente nuestras principales responsabilidades: NO AYUDAR A LA PROPAGACIÓN DEL COVID-19 y PLANIFICAR NUESTRO AHORRO GENERANDO RIQUEZA a nuestro alrededor.
Si somos capaces de ello, con total certeza, más pronto que tarde, nuestra economía volverá a resurgir, y se volverá a generar riqueza, recuperar puestos de trabajo e incluso generar otros nuevos,…hoy en día inexistentes.
Por y para ello, seamos responsables, y comencemos a autoexigirnos esa cultura del ahorro, porque planificando y cuidando de nuestra economía personal, seremos capaces, de obtener nuestra tranquilidad y estabilidad económica, a la vez, que podremos seguir con nuestro consumo, lo que viene a ser lo mismo que generar riqueza entre quienes nos rodean (pequeño comercio, la pyme,…).
Seamos conscientes de ello,y Responsabilicémonos económicamente!!!
Cuidemos nuestra salud (divino tesoro!)